miércoles, 27 de febrero de 2008

No Deseos

No te deseo amores ni desamores. No te deseo lo malo ni lo bueno. No te deseo la risa ni el llanto, la felicidad ni la infelicidad. No te deseo cumpleaños feliz, prospero año nuevo, ni felices pascuas. No te deseo regresos ni partidas. No te deseo. Ya no te deseo.

jueves, 14 de febrero de 2008

Lágrimas

“We're all unlucky in love sometimes. When I am, I go jogging. The body loses water when you jog, so you have none left for tears.” (Chungking Express - Kar Wai Wong)


Las lágrimas empiezan y se terminan del mismo modo, sin previo aviso. Como esas tormentas de verano que nos agarran en la mitad de la calle y no nos dan tiempo a llegar al techito de la parada del colectivo para ponernos a resguardo.

Yo soy especialista en llantos, y los que mejor me salen son los de mal de amores. Ahí si que lloro con todo: con los ojos, con la nariz, con el cuerpo entero. Me desarmo en pedacitos de lágrimas y me voy por la vereda arrastrando con la corriente alguna hojita que anda dando vueltas por ahí. Lloro en silencio con lágrimas que apenas me humedecen la cara, lloro en voz alta para que se enteren todos, lloro con mocos, lloro entrecortado, lloro mientras le cuento a una amiga porque nolevoyahablarnuncamás. Lloro porque en la tele pasan películas de amor o porque a alguien se le ocurrió poner un disco de Silvio Rodríguez. Lloro en la calle, en el colectivo, en el subte y en el diván de mi psicóloga. Lloro bajo la lluvia y bajo la ducha. Lloro, lloro y lloro, hasta que no me salen más lágrimas.

Y no es que dejo de llorar porque ya no estoy más triste, o porque no extraño, o porque no me importa nada más. No, dejo de llorar simplemente porque no me salen más lágrimas. Me esfuerzo y me esfuerzo, pero nada, ni una mísera gotita de agua salada. Y ahí sigo yo, caminando por la vida con el corazón estrujado y la garganta hecha un nudito, pero sin más lágrimas. Como si, sin previo aviso, alguien me informara desde adentro: “estimada, lo lamentamos pero usted ya se gastó las lágrimas disponibles para este año y para el próximo, no quedan más fondos disponibles en su cuenta”.

Y así, de a poquito, empiezo a llorar lágrimas secas, y (como ya no tengo lágrimas que me lo recuerden) me empiezo a olvidar del motivo por el que lloraba y casi sin darme cuenta me encuentro de nuevo caminando bajo el sol, sin paraguas y con la sonrisa pegada a la cara como si nada hubiese pasado.

(Por el momento no hay pronóstico de chaparrones ni tormentas a la vista. Pero por las dudas yo ya me anoté en el gimnasio vecino para empezar a transpirar la camiseta.)